Caminaba
el aprendiz de sabio por las laceradas calles de una ciudad occidental,
cavilaba, pensaba y recordaba los momentos de infortunio, miseria y
desdicha que durante su vida había vivido, se sentía culpable por no
haber culminado un sin fin de proyectos, se sentía culpable por el daño
producido a otros sin querer, pero daño al fin, se sentía culpable
porque al compararse con otro, el, no había consolidado nada, no tenía
casa, ni esposa, ni hijos, su educación formal la había truncado por
malas decisiones propias; y pensaba nuestro joven aprendiz: “ ah, las
mujeres, mi gran debilidad, si tan solo hubiera sido mas responsable, o
hubiera pensado mas en vez de dejarme llevar por las emociones y las
pasiones”.
Así
caminaba con pasos cortos con la mirada baja, los hombros caídos, el
seño enterrado en reflexiones que a medida que recordaba iban llegando
pensamientos que lo hacían sentir cada vez peor. Gruesas lágrimas
rodaron por su ya no tersa piel. Frente a el se podía ver un parque de
grandes y frondosos arboles, la caminaría, limpia, invitaba a deambular
por allí, grandes girasoles se movían al compas del viento mirando
continuamente a sol, nuestro amigo tomo el camino de la izquierda, el
de los girasoles, una banca invitaba al descanso y allí se poso nuestro
amigo y mas que sentarse, se dejo caer como una madeja de fardos
gastados por el mal uso.
¿Qué
he hecho con mi vida?, se preguntaba, inclinando la cabeza, la poso
entre las manos, luego levanto con desdén su frente y vio una imagen que
cambio sus pensamientos, frente a el se iniciaba el ocaso lleno de
arreboles, carmines, bermejos y escarlatas y los girasoles se entregaban
a este espectáculo pintado cual gran obra de arte diseñada por Dios. Un
pensamiento se empezó a definir en su mente, “no importa si llueve,
hace viento, frío o calor, los girasoles miran fijamente al Sol”; no
importa lo que pase en tu vida, mantén un objetivo, una dirección, una
trayectoria, un camino en la vida que siempre te lleve a ver la luz. A
medida que cambiaba sus tendencia, mas pensamientos positivos llegaban a
su mente, rápidamente se irguió como una vara de bambú, su expresión
antes llorosa, triste y desdeñada paso a ser luminosa, grácil y
esplendente, un nuevo pensamiento llego a su mente: “tu eres el
resultado de tus pensamientos, sentimientos y acciones, si cambias estos
elementos obtendrás otros resultados, quizás los que tu quieres”. Al
continuar reflexionando de esta manera sentía como si una descarga de
energía llegaba al centro de su espalda, sentía como si la cabeza, antes
pesada, ahora de llenaba de energía altamente positiva.
Dentro
de este éxtasis giro su cabeza hacía el Sol y desde muy dentro de su
ser salió otro pensamiento: “si te llegan estos pensamientos, o esta
lectura, es porque estas preparado para cambiar y ser lo que tu quieras
ser. Tu eres el Dios de tu mundo personal”.
Nuestro
amigo se sentía extasiado por esta nueva forma de pensamiento, era como
descargas de energía que lo conducían a lugares que nunca antes había
explorado; como primer paso para experimentar en este nuevo nivel se
pregunto ¿me gusta donde estoy en mi vida?, la respuesta no tardo en
salir de su boca, No, una segunda pregunta se asomo, ¿que es lo que
menos te gusta? Y la respuesta fue, mi inconstancia, debo terminar lo
que me propongo, fijarme un camino que me ayude a crecer, madurar y
obtener lo que deseo, debo estudiar y desarrollar habilidades, talentos,
aptitudes que me ayuden a servir a la comunidad.
Casi
no lo podía creer, hace muy poco tiempo era un ser sin ningún objetico
en la vida y una sencilla y humilde flor le había dado la inspiración
que necesitaba para construir un ser humano nuevo, sin embargo un nuevo
pensamiento cobro forma en su mente, “un sueño sin acción es eso, un
sueño, y el secreto del éxito es ese, la acción y la constancia”.
Pasaron
los años, quizás diez y nuestro amigo había logrado el equilibrio en su
vida, tenía un hogar, casa esposa e hijos, una profesión digna y lo que
es más importante había desarrollado humildad, respeto,
responsabilidad, disciplina y lo que es mas importante, constancia. Un
mensaje final… la gota de agua no rompe el mármol por su fuerza, sino
por su constancia.
Para sus comentarios me pueden escribir a elartesanodelasalud@gmail.com o escúcheme todos los días de 9 a 10 de la mañana por sirioradiodigital.blogspot.com
Luis A. Cárdenas A.
Psicoterapeuta Gestal
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